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El ojo seco es una enfermedad multifactorial de la película lagrimal y la superficie ocular que causa síntomas de malestar, trastornos visuales e inestabilidad de la película lagrimal, con daño potencial en la superficie ocular. Va acompañada de un incremento de la osmolaridad de la lágrima e inflamación de la superficie ocular.

¿Qué síntomas produce?

Puede deberse a una falta de secreción de la lágrima (ojo seco hiposecretor), como ocurre en algunas enfermedades inmunológicas, a factores hormonales o por la edad, entre otras muchas causas, o a una mala calidad de la lágrima (ojo seco evaporativo) debida a alteraciones locales como la blefaritis o alergias, entre otras, que además se ven influidas por factores ambientales, como las calefacciones, aire acondicionado, trabajo con pantalla, etc.

Requiere, para su diagnóstico adecuado, una correcta exploración e identificación de los síntomas y circunstancias, y pruebas específicas entre las que destacan el análisis de la osmolaridad de la lágrima, imprescindible para identificar el tipo de enfermedad, severidad de la afectación de la superficie ocular y enfermedades subyacentes.

No se debe banalizar esta enfermedad, pues además de su frecuencia de aparición y deterioro de la calidad de vida del paciente, puede ser la punta del iceberg de enfermedades endocrinas, hormonales, y sobre todo autoinmunes, cuyo diagnóstico precoz es de la mayor trascendencia.

Diagnóstico

Es fundamental tener un protocolo de diagnóstico ante un paciente con síntomas y signos de ojo seco.

Lo primero y más importante es hablar con el paciente, definir sus síntomas, cuándo aparecen o son más intensos, si se levanta mejor o peor, si empeora a lo largo del día y la actividad visual, hábitos, intolerancias cosméticas, alergias, otros síntomas como sequedad de boca, dolores articulares, medicaciones generales, tabaquismo, tratamientos anteriores, etc.

Disponemos de encuestas dirigidas a definir y cuantificar la severidad de la sintomatología:

  • Test de osmolaridad. Analiza la calidad de la lágrima y se considera hoy en día, quizás, el test más objetivo para diagnosticar un ojo seco patológico y cuantificar el grado de severidad y nos ayuda a definir el tratamiento a seguir.
  • Test de Shirmer. Gracias a la colocación de unas tiras de papel milimetrado bajo los párpados inferiores se mide la cantidad de lágrima. Se mantienen durante 5 minutos, con los ojos cerrados y se miden los milímetros humedecidos por la lágrima. Por debajo de 10 existe una disminución acuosa de lágrima y por debajo de 5 es patológico.
  • Exploración en Lámpara de hendidura. Hay que explorar exhaustivamente el borde palpebral, la inflamación, obstrucción de las glándulas del borde del párpado, descamación, cierre incompleto, frecuencia de parpadeo, blefaroplastia, párpados caídos, tics…

Teñir la lágrima con colorantes, como la fluoresceína, que mediante iluminación con luz azul cobalto nos permite valorar la uniformidad de la lágrima, el tiempo de rotura de la película lagrimal, erosiones y punteado en la superficie de la córnea y la conjuntiva.

No todos los ojos secos son iguales, cada paciente tiene un tipo de ojo seco diferente y es importante etiquetarlo para un tratamiento adecuado a cada caso.